CARTA DE PRESENTACION

Cuando uno llega nuevo a un lugar o cuando regresa después de mucho tiempo y nada es lo de antes, necesita presentarse. Y nada mejor para lograr este objetivo que una carta de presentación.

Hace mucho tiempo, los periódicos eran de papel, las noticias llegaban con cuentagotas y la impresión de estos papeles era muy laboriosa. Motivo por el cual, muchos de estos noticiarios dejaron de existir.

Además, la maquinaria era cara y el trabajo que se obligaba no daba los suficientes gananciales como para subsistir. Por eso, sólo unos pocos llegaron a nuestros tiempos; muy pocos. Una aplastante mayoría se quedaron a las puertas de la modernidad.

Y ahí están, muchos desaparecidos para siempre, quemados o tirados a la basura. Otros sobreviven en la memoria y los más afortunados permanecen en estanterías de archivos o coleccionistas, tratados con mimo y afrontando con orgullo el paso del tiempo.

Pero hay otro caso curioso. El de los pequeños periódicos, muertos como tal en el tiempo, pero recuperados en una nueva época. La era de la electrónica, del internet, de la lluvia de noticias por la que los nuevos viejos informativos de prensa escrita, renacen para dejar de ser de papel y viajar a través del cable a cualquier lugar del mundo; una oportunidad que no habían soñado tener antes.

Y este es el caso que nos ocupa, El Valgrande. Un periódico semanal, de origen familiar, con cuna lenense, fundado por los hermanos Navarro y que en sólo dos años y pico, dejó de ver la luz. Sus fundadores decidieron trasladar la imprenta a Oviedo y allí la desparición de El Valgrande contrastó con la resurección de Las Libertades, que tras un corto tiempo de publicación dió paso a otro diario El Pensamiento de Asturias que se publicó hasta aproximadamente 1905.

Podemos pues tener dos teorías. 1º, que El Valgrande nació y murió como El Valgrande. 2º, que El Valgrande nació El Valgrande y murió como El Pensamiento de Asturias.

Yo me quedo con la tercera opción. El Valgrande sigue siendo El Valgrande.